Pobre mujer, se reusaba a volver a querer. Se veía tan cercana y a la vez tan lejana a mi.
En su mirada se reflejaban miles de secretos y las penas de varios desamores. No podía juzgarla, no la conocía y yo misma había tenido experiencias horribles en cuanto a ese tema; pero algo dentro de mí me gritaba peligro, me generaba un sentimiento de asco y odio. No la conocía, pero a la vez me era tan familiar.
Mi estómago se revolvía con solo verla. No aguantaba más de escuchar sus tristes y agudos llantos. Desesperé y largué un puñetazo.
La imagen comenzó a caerse en pedazos, mi mano sangraba. Era vidrio.
La muchacha que tanto odiaba no era más que mi propio reflejo. Había logrado convertirme en mi peor pesadilla.
Amé ésto qe escribiste..
ResponderEliminarAmo lo que escribís, tu manera de ser, tu estilo, tu locura, tu forma de pensar, todo.
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