jueves, 31 de marzo de 2011

Tantos ruidos en el medio de un silencio interior, un silencio que nadie escucha (más que la soledad que recubre mi alma). Y no es que este sola, por lo menos para vos sé que no lo estoy, ni para vos tal vez, pero nadie ve más allá de una sonrisa, nadie pregunta para escuchar lo que cada uno querría decir, nadie mira para atravesar unos ojos que quizás broten de agua por dentro.
Y acumulamos mientras el mundo nos sigue mariando con sus vueltas y en cada segundo nos perdemos más de vista, entre miles de ojos y sin encontrar una mirada.
Es un juego. Es como subir a una calesita y no saber cuando van a parar de darte vueltas, y tal vez cuando termine el recorrido estes solo. O no. O haya alguien más fuerte que te agarre el brazo y no te suelte jamás. O al terminar, cuando algo los separe se tiren de la mano mientras los arrastran, y sea un dolor dulce y una esperanza de saber que se pueden volver a encontrar, en otra parte, en otro sueño, o en algún otro silencio que te lleva a imaginar, a volar, a reír, a vivir. Y es eso, es caminar sin saber que puede pasar, es decepción, es estar solo sabiendo que estás rodeado de gente. Regalando infinitos, perdida en una inocente sonrisa, sin esperar nada más que el mundo, nada más que sumergirme en un vaso con agua para encontrar un silencio donde la música sea posible.

domingo, 20 de marzo de 2011


Estoy convencida que la soledad se siente en el hueco del estómago. Se palpa en los asientos vacíos, se oye en el silencio inmutable de una casa desierta, también. Pero principalmente en el estómago; O un poco más arriba quizás. Hay quienes creen que 'en el pecho, cerca de la garganta, ahí debe estar el alma, hecha un ovillo'. Puede que tenga razón, que la soledad sea entonces, un atributo del alma. La soledad. Quizás una palabra, pero encierra tanto: desesperación, sosiego, tristeza (o no, depende, aunque yo creo firmemente que la soledad es tristeza) . La soledad obliga a estar siempre en estado de alerta, a desacostumbrarse del contacto humano, a no saber cómo reaccionar. Soledad traicionera, es un vicio. Porque al principio nos gusta, la paz que se siente al escucharse uno mismo. El poder conversarse y hablarse y reflexionarse. Pero, ¿qué pasa cuando uno se cansa de la soledad? Reconoce que todo lo bueno que tenía era puro espejismo. Da bronca, frustración. Ahí cuando nos golpea en el hueco del estómago, ahí cuando se transforma en un estado del alma, ahí reaccionamos. Pero ella se mantiene firme en nosotros. Y ahí, ahí se cae en la cuenta:

No hay forma de salir.